Sueño al volante, ‘arma’ sin control
Un buen número de los accidentes registrados a diario en las carreteras colombianas a altas horas de la noche o durante el amanecer son ocasionados por conductores, que creyeron poder ganarle la ‘pelea’ a ese peligro ambulante llamado sueño frente al volante.
Vale recordar que por razones derivadas de las largas jornadas que pasan en las demandantes vías nacionales los profesionales del volante y de manera especial los de vehículos pesados (buses y camiones) dedicados al transporte intermunicipal son altamente vulnerables a quedarse dormidos mientras conducen. Este mal, que puede aparecer de súbito en forma de microsueño o sueño profundo, si no se atienden a tiempo la señales de ‘alarma’, es causante de graves accidentes que en ocasiones terminan con un trágico saldo.
Por esta razón los conductores están obligados a reconocer los primeros síntomas de sueño que funcionan como señal de alerta. Entre ellos, los bostezos, párpados pesados, ‘cabeceadera’ y la falta de concentración.
Con respecto a lo anterior es preciso recordar una antigua y acertada ‘ley’ de carretera, que dice con toda razón: Ningún conductor, por ‘guapo’ que sea, ha podido ni podrá derrotar al sueño cuando este decide atacar con todo su ‘armamento’.
Sin embargo, por simple desconocimiento o por querer desafiar esta ley muchos conductores se enfrentan al sueño y luchan con él hasta quedar inexorablemente vencidos.
Lo peor de todo es que en este caso la famosa frase ‘perder es ganar’ de Maturana no aplica, ya que un conductor dormido se convierte en una ‘bomba de tiempo’, que muchas veces termina ‘explotando’ y cegando la vida de inocentes víctimas, que pierden la vida por culpa de estos irresponsables conductores.
Vale destacar que de manera equivocada, muchos automovilistas creen que por el hecho de sacar la cabeza, escuchar música a alto volumen, detenerse para caminar un corto trecho o echarse agua en el rostro quedan ‘vacunados’ contra esa plaga (sueño) que restringe paulatinamente las funciones del cerebro, ojos y demás miembros y sentidos del conductor.
Si bien es cierto que estos paliativos funcionan en contadas ocasiones, también es verdad que en la mayoría de casos no son suficientes para alejar el sueño y se convierten en una inocua aspirina ingerida para aliviar los insoportables dolores de una enfermedad terminal.
Sobre las causas
El sueño que sienten los conductores puede tener distintos motivos, que varían de acuerdo con la fisonomía, hábitos de vida y otras condiciones acordes a cada conductor en particular.
De todas maneras, existen causas comunes a todos los automovilistas, como dormir poco antes de manejar, estrés causado por largas jornadas frente al volante, tráfico denso o una inadecuada posición de conducción, entre otras condiciones generadoras de sueño frente al volante.
De igual forma, hay que tener presentes otros factores generadores de sueño, entre los que se destacan la falta de costumbre de manejar en carretera, conducir a altas horas de la noche y las mismas peleas y tensiones entre los ocupantes de un vehículo.
Qué hacer
Lo más importante para evitar los graves efectos de quedarse dormido mientras se conduce un vehículo es saber reconocer las señales de alerta emitidas por el cuerpo cuando el sueño empieza a aparecer.
El ya citado cabeceo y las cortas pérdidas de la concentración requerida para conducir con seguridad son síntomas inequívocos que le permiten a los conductores conocer el momento exacto en el que el organismo está empezando a pedir un poco de sueño.
En ese preciso instante es cuando resulta válido intentar uno de los ‘remedios’ antes detallados (caminar, aumentar el volumen del sonido, mojarse la cabeza, entre otros), teniendo en cuenta, eso sí, que estos ‘trucos’ no obran de la misma manera en todas las personas.
De acuerdo con lo anterior, si usted se baña la cabeza con agua, por ejemplo, no asuma que ya alejó el sueño de su mente y conduzca estando atento a la reaparición del parpadeo continuo, pérdida de atención o de cualquier otro síntoma indicativo de que el sueño sigue dando su ‘batalla’.
En este caso los dos únicos e inteligentes recursos que le quedan a un conductor que no pudo vencer la somnolencia con los trucos reseñados son los de entregarle las llaves a un acompañante o conductor libre de sueño o buscar un lugar próximo y seguro en donde pueda dormir una hora, como mínimo, si está cerca a su destino.
En caso contrario, lo mejor por seguridad es buscar un sitio para pernoctar y continuar la marcha después de haber ‘recargado baterías’.
No podemos finalizar esta reseña sin recordarles a nuestros lectores, que ninguno de los conductores que siguen vivos después de haberse quedado dormidos frente al volante han podido determinar con exactitud en qué momento pasaron de cabecear y luchar con la somnolencia a quedarse dormidos.
En pocas palabras, no juegue a la ‘ruleta rusa’.