Para un calentamiento integral del auto
Hoy los manuales del propietario de los miles de modelos de todas las casas fabricantes de vehículos del mundo recomiendan calentar el auto en marcha y no de manera estática.
Esta indicación busca conseguir una temperatura óptima de funcionamiento tanto del motor, como de la transmisión, ejes, rodamientos y otras partes móviles que deben alcanzar una temperatura determinada para trabajar correcta y eficientemente sin ver afectada su vida útil.
Lo ideal entonces es encender el motor sin acelerarlo (ralentí) y esperar a que el aceite suba desde su depósito (cárter) hasta la parte más alta de la máquina en donde están el sistema valvular y su correspondiente árbol de levas.
Una vez que el aceite llega a estas partes superiores del motor, se apaga el testigo rojo de presión de aceite del tablero de instrumentos que indica el momento preciso en que debemos poner a rodar el auto sin forzar la máquina (2.000 RPM aprox.).
De este modo y paulatinamente, las partes del motor, su lubricante, líquido refrigerante, piñones de transmisión, aceite de caja, puntas de ejes, rodamientos de ruedas y las mismas llantas, van adquiriendo poco a poco la temperatura ideal de funcionamiento que varía de acuerdo al trabajo específico de cada elemento.
Vale anotar que esta práctica de calentamiento integral del auto, es especialmente recomendada para aquellos vehículos dotados con motores turboalimentados que exigen un calentamiento cuidadoso y progresivo para evitar el daño de partes costosas del sistema turbo, como por ejemplo, el rodamiento principal que vale varios millones de pesos.
Esta práctica de calentar todas las partes motrices de un auto de forma uniforme y progresiva trae grandes ventajas.
Se evitan valiosos daños a los elementos mecánicos del auto que se desgastan prematuramente cuando se exigen a fondo sin haber alcanzado su temperatura ideal de funcionamiento.
También, se tiene una reducción considerable en el consumo de combustible y contaminación ambiental.
Así, la mala práctica de calentar el motor en el garaje resulta obsoleta y ‘jurásica’ en los autos contemporáneos.