No pite
La palabra instante se define de manera jocosa entre los colombianos como: ‘El tiempo transcurrido entre que un semáforo pasa de rojo a verde y el conductor de atrás pita’.
Lamentablemente, esta definición se cumple al dedillo en las calles de las ciudades colombianas y de manera especial en Cali en donde muchos conductores mal educados pitan, sin razón alguna, creyendo que ese ‘acto de magia’ hará saltar al auto de adelante para darle paso al de ellos.
A decir verdad, esta mala práctica de usar el pito para acosar a otros conductores, intimidar peatones o abrirse paso a la ‘brava’ en el tráfico, entre otros motivos, resulta odiosa y ante todo muy poco cívica por las siguientes e importantes razones:
La primera, tiene que ver con el origen de la bocina eléctrica patentada en 1914 por Robert Bosch que fue implementada en los coches 7 años después (1921) con el único y exclusivo propósito de evitar accidentes.
La segunda razón tiene atañe al medio ambiente que se contamina auditivamente por el mal uso de estos aparatos sonoros que se convierten en ‘máquinas’ generadoras de estrés debido a la molesta bulla creada por los pitos de distintos tonos sonando a la vez.
Por este motivo, la utilización indebida de las bocinas automotrices desdice mucho de los conductores que recurren a este elemento de seguridad sin tener en cuenta el menoscabo que generan en la calidad de vida de los demás conductores y de manera especial, de los ciudadanos de a pie que no tienen el 'privilegio' de estar aislados por la carrocería de un coche o por un casco, en el caso de los motociclistas.
Vale anotar que el uso indebido del pito también crea confusión entre los mismos conductores que no pueden adivinar si se trata de un caso real de emergencia (cederle el paso a una ambulancia, por ejemplo), un peatón mal ubicado en la vía o de un conductor inculto e impaciente que no puede esperar unos segundos a que el trafico fluya de manera natural.
A propósito de lo anterior, hay que mencionar que el uso del pito está íntimamente ligado con el grado de cultura de los ciudadanos de un país.
Prueba de ello es que en países civilizados como es el caso de Japón, Corea, Europa y el mismo Chile que heredó la cultura británica, el uso del pito es una excepción ceñida siempre a un caso de emergencia (peatón distraído, colisión inminente, etc.) que obliga a recurrir a este elemento sonoro de advertencia.
Gracias a esta culta actitud en ciudades superpobladas como Tokyo que tiene cerca de 14 millones de habitantes en su área urbana, el nivel de ruido generado por los pitos de los 5 millones de vehículos que ruedan por sus vías es infimo o nulo, si se compara con el de la capital vallecaucana.
Por todas estas razones, los conductores caleños que no conocen el correcto uso de la bocina están conminados a revaluar su actitud frente a este ‘ruidoso’ asunto contribuyendo con su granito de arena que no es otro que evitar el uso del pito.
De esta manera y con la colaboración de todos los conductores, en muy poco tiempo podremos convertir a Cali en una ciudad amable y cívica ausente de los molestos y evitables ruidos producidos por el mal uso de los pitos de los carros que de acuerdo a Robert Bosch se deben utilizar, única y expresamente, como último recurso en situaciones de inminente peligro.
Empecemos hoy.