La velocidad, una enemiga mortal

02-10-2014 | Los peligros aumentan en proporción a la aceleración. La prudencia es el mejor copiloto.

Gracias a la plana topografía y a las vías de doble calzada que abundan en el departamento, el Valle del Cauca es un verdadero paraíso para aquellos automovilistas ansiosos de velocidad y adrenalina que aprovechan estas condiciones para abusar de sus máquinas y de la misma seguridad que ofrecen las autopistas vallunas.

Lo que no saben estos conductores, es que la velocidad es un buen amigo cuando se usa con prudencia y experiencia y es también un enemigo mortal que embelesa y que viene dotado con armas letales si no se sabe utilizar de la manera correcta.

En este sentido, hay que dejar muy en claro que el hecho de tener el dinero para comprar un auto o moto capaz de superar los 200 kilómetros horarios, no faculta al conductor para llegar a estos límites de aceleración.

Al igual que ocurre con los deportes y muchas otras actividades de la vida, la velocidad requiere de un entrenamiento paulatino y de un perfecto conocimiento del vehículo. Esto quiere decir que no se puede pasar del ‘kínder’ a la ‘universidad’ por el simple hecho de tener con que pagarla.

Prueba de ello es que para llegar a dominar un F1 a 320 kilómetros por hora, los pilotos de la máxima categoría empiezan muy niños su carrera a bordo de pequeños karts, luego pasan a Formulas o carros de pequeña cilindrada para ir ascendiendo, muy poco a poco, hasta llegar finalmente a la F1, si se cuenta con la suerte y con las condiciones para acceder a una de las escasas sillas de esta categoría.

Este proceso que puede tardar 10 años o más, involucra no solo un entrenamiento arduo, diario y continuo, sino también una preparación sicológica y física similar a la de un atleta de alto rendimiento.

Y si un piloto profesional tarda todo ese tiempo para poder dominar la velocidad, que podremos decir del conductor citadino que rara vez excede los 60 kilómetros por hora en ciudad y que sale a una autopista a emular a Juan Pablo Montoya.

Por obvias razones, estos conductores inexpertos que abusan de la velocidad sin conocer sus potenciales peligros, se convierten en candidatos para ser ‘estrellas negras’ en el pavimento debido al desconocimiento de las técnicas adecuadas que permiten sortear con éxito un momento de emergencia.

Lo primero que atenta contra un conductor que abusa de la velocidad, es su desconocimiento de las distancias de frenado que se multiplican a medida que aumenta la aceleración de un vehículo.

Como se puede apreciar en el cuadro que aparece abajo, para detener un coche de 100 a 0 kms/hora, se requieren casi 40 metros de distancia que vienen a ser 25 metros más que la distancia requerida para detenerlo de 60 kms/h a 0.

De igual manera, vemos que para parar por completo un auto que marcha a 140 K/H se necesitan más de 75 metros que es no es otra que la distancia total de una cuadra de ciudad.

 

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