Cuando dejar de conducir es una decisión de vida
Según estudios realizados a nivel mundial y hablando en términos generales, a partir de los 70 años los conductores deben evaluar si están aptos para guiar con seguridad un vehículo, y si es el caso, tomar la dura y limitante decisión de renunciar al oficio de conducir.
Como bien lo dicen los investigadores esta difícil determinación debe ser tomada de forma madura y objetiva teniendo en cuenta las restricciones físicas y mentales derivadas del paso de los almanaques.
A veces encontramos conductores con edad superior a los ochenta años con mejores reflejos y condiciones para manejar un auto que algunos ‘jóvenes’ sedentarios de 50 años que han perdido su capacidad para conducir.
A propósito, vale anotar que aunque muchas personas de la tercera edad con limitaciones de reflejos, audición o visión pueden manejar sin problema un auto en condiciones óptimas de tráfico citadino, no están en capacidad de ejecutar las maniobras adecuadas para sortear con éxito un momento de peligro o apremio que demandan una reacción instantánea y uso de los cinco sentidos al 100% de su capacidad.
En esos difíciles instantes de emergencia la falta de reflejos y las limitaciones físicas se convierten en enemigos inexorables del conductor y muchas veces, en su verdugo.
Por los motivos arriba mencionados la difícil decisión de renunciar a la conducción, bien sea por razones de edad o por aparición de las reseñadas restricciones, no debe ser tomada como un desahucio, sino más bien, como una contribución a la seguridad de los miembros de familia, otros conductores y del mismo conductor que ‘cuelga’ el pase.
De todas maneras lo recomendado para saber el momento en que se debe tomar la resolución de dejar de conducir es tener en cuenta el concepto de los seres queridos quienes pueden determinar de manera objetiva si su pariente debe o no archivar la licencia de conducción.
En pocas palabras, es mejor ser un buen peatón que un conductor de alto riesgo.