Conducir, placer del pasado
Así como la llegada de internet poco a poco fue reemplazando el contacto personal por correos electrónicos y mensajes en redes sociales, la implementación de la electrónica en los automóviles ha ido acabando con el placer de conducir.
Si a este este factor le agregamos la inminente llegada de los 100% autónomos y poco interés por los autos y mecánica de los futuros conductores de las generaciones Y (millennials) y Z, podemos afirmar que los autos están condenados a dejar de ser esas máquinas transmisoras de gratas sensaciones para convertirse en un ‘gadget’ de la vida moderna.
Al igual que sucede con los niños de hoy, que no saben cómo operar un teléfono de disco, para los nacidos en la era de los autónomos (2030 o más) los autos a combustión gobernados por alguien al volante serán raros objetos de funcionamiento desconocido.
Algo parecido ocurrirá con las licencias de conducción, que solo quedarán como recuerdo en los álbumes virtuales de las personas del futuro, movilizadas a bordo de autos ‘inteligentes’, autogobernados y dotados con avanzados sistemas de seguridad. Sería necio negar que la llegada de las ayudas electrónicas a la conducción (controles de estabilidad, tracción, asistentes de frenos, etc.) ha sido una panacea para la seguridad de los conductores y pasajeros de los autos actuales, que pueden ser hasta 5 veces más seguros que los de hace tres décadas. No obstante, el arribo de estos avances se puede analizar desde dos puntos de vista: el de los automovilistas que ven los coches como un ‘electrodoméstico y el de los ‘puristas’ de vieja data, que gozan de manejar un auto solo haciendo uso de sus habilidades.
Debido a la implementación de la electrónica la mayoría de personas que ha obtenido su licencia de conducir en los últimos 20 años nunca tuvo la oportunidad de guiar un vehículo ausente de ayudas a la conducción.
Por este motivo, estos sistemas electrónicos les resultan tan imprescindibles como el sistema de climatización (A/C).
De otra parte, están los conductores ‘puristas’, que aprendieron a conducir sin asistir a escuela alguna en una época en la que la electrónica estaba en ‘pañales’. Por eso, tuvieron que lidiar con pesados coches dotados con motor a carburador, suspensiones de ballesta, cajas de cambios manuales de 3 o 4 cambios, sistemas de frenos y embrague movidos por palancas y sistemas de dirección sin asistente.
Gracias a esta simplicidad mecánica, los actuales sistemas electrónicos de estabilidad y tracción, por ejemplo, eran reemplazados en los autos de antes por la sensibilidad y habilidad del piloto, quien podía disfrutar del placer de tomar una curva a velocidad límite, imprimiendo una trayectoria deportiva y controlando a voluntad la tracción de las llantas al salir de la curva, recurriendo al control del acelerador (rpm) y adecuado uso de la caja de cambios y embrague. Esta maniobra brindaba una alta dosis de adrenalina, imposible de percibir hoy debido a la restricción de los sistemas de control de estabilidad y tracción que ‘amarran’ el carro en las curvas y dosifican la tracción para evitar derrapes o que las llantas ‘chirríen’.
Otros sistemas electrónicos considerados ‘verdugos’ del placer de conducción son los asistentes de salida de carril y estacionamiento autónomo. En el caso de los ‘puristas’ estos sistemas son reemplazados por la concentración y habilidad para parquear en tres movimientos, empleando menos tiempo que el sistema autónomo.
Por eso, y pese a los avances tecnológicos de los coches modernos para los apasionados a los ‘fierros’ el conocido refrán que dice que “todo tiempo pasado fue mejor” les viene como anillo al dedo.
Datos de interés
-Las ayudas a la conducción de los autos modernos no solo perdonan los errores de conducción, sino que los corrigen sin que el conductor se dé cuenta. Sin embargo, no reemplazan al conductor.
-Los autónomos del futuro marcharán pegados unos a otros, gracias a los sensores, cámaras y radares de última generación, que estarán conectados con el entorno (semáforos, señales, coches, etc.).
-Otro sistema electrónico que resta emoción a los conductores puristas es el asistente de arranque en pendiente, diseñado para otorgarle al conductor hasta 4 segundos antes de pasar el pie del freno al acelerador, sin que el auto se devuelva ni un centímetro. Esta ayuda que es de gran conveniencia para quienes no saben reiniciar la marcha en una vía empinada resulta innecesaria y hasta aburrida para los conductores ‘radicales’, quienes prefieren superar este reto utilizando la vieja y efectiva técnica de conducción de ‘punto y taco’ (frenar con el pie derecho sin retirarlo del acelerador) que reemplaza con creces al reseñado asistente electrónico.